sábado, 25 de julio de 2009

La repercusión de las palabras en nuestra vida


“Somos lo que decimos” La palabra es mágica. La palabra es sagrada. La palabra construye. La palabra destruye.

-"Emplea el lenguaje que quieras -dijo Ralph Waldo Emerson-y nunca podrás expresar sino lo que eres."-

Observa tus pensamientos convertirse en tus palabras Observa tus palabras convertirse en tus actos Observa tus actos convertirse en tus hábitos Observa tus hábitos convertirse en tu carácter Observa tu carácter convertirse en tu destino

Generalmente, los seres humanos nos detenemos a reflexionar en nuestras palabras después de haber ocasionado algo con ellas. Bueno o malo. “¿Qué dije?”, preocupados porque alguien se sintió ofendido. “¿Qué dije?”, asombrados por la sonrisa o el abrazo que recibimos como respuesta.

Para muchos de nosotros, la vida transcurre en una monotonía que difícilmente nos cuestionamos. Sólo cuando tuce- de algo inesperado nos detenemos a preguntar ¿Por qué me sucedió esto a mí? ¿Acaso fue tan grave lo que dije?

¿Cuáles son tus palabras al despertarte? ¿Te quejas porque tienes que ir a la escuela o al trabajo? ¿Todos los días recuerdas y haces un listado de tus dolores físicos? ¿Tus palabras son poderosas y curativas, alentadoras y mitigantes, o negativas y destructivas?

Me veo al espejo: “estoy gorda”, “una arruga más”, “las manchas de la piel no se me han quitado”, “odio mi cabello, es lacio”, “odio mi cabello, es rizado”. Y antes de irte a dormir, ¿en qué piensas? ¿En un futuro feliz o pesimista? ¿Qué mensaje está recibiendo tu subconsciente y todas las células de tu cuerpo que están conectadas?

Existe un tremendo poder en las palabras. Las palabras son el cimiento de lo que creamos en nuestras vidas día con día.

Es importante observar nuestra palabra. El crecimiento espiritual y de conciencia se basa en la disciplina de observar nuestros pensamientos, nuestras palabras y nuestros actos, con el fin de conocernos a nosotros mismos y de transformar nuestra vida a partir de cambios firmes y permanentes.

Evitaremos calificar o juzgar nuestro lenguaje y el de los demás. Tampoco nos preguntaremos por qué hablamos de tal o cual forma o si está “bien” o “mal” todo lo que decimos. Simplemente observaremos.

Utilizamos la misma energía al pensar positivo que al pensar negativo. Desde este momento, decidimos pensar positivo. Porque deseamos que sólo nos sucedan, hoy y siempre, cosas y eventos positivos. Por ello, haremos un repaso de las negaciones que, sin siquiera pensarlo, expresamos a diario: No me gusta ese color • no estoy de acuerdo • no hagas esto • no lo tolero

Ejercicio:

Si es posible, apuntaremos cuántos pensamientos o frases, de un día completo, significan un sí, una afirmación, y cuántos significan un no, una negación.

Y, con plena conciencia, cambiaremos estas frases por otras que, aun cuando en general significan lo mismo, están expresadas en sentido positivo. Esto se logra si, antes de emitir la frase que comienza con un NO, nos preguntamos “Bueno, esto es lo que NO quiero, entonces ¿qué es lo que quiero?”

En vez de decir:

Decimos:

No pongas eso ahí

¿Podrías colocarlo en este otro lugar?

No llegues tarde

Te sugiero que llegues más temprano

No me gusta ese color

Prefiero ese color

No estoy de acuerdo

¿Tienes otra opción? O: Pienso diferente o: que te parece si…

Namasté

नमस्ते

Copyright © Julia Glez. Ramos Dharma. Promoviendo el arte de la vida Todos los derechos reservados


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