martes, 13 de julio de 2010

Hoy Soy Feliz


Hoy soy feliz, porque así lo decido!
¡Ninguna cosa me provocó este estado!
ni la fortuna que viene y que se marcha,
ni las personas que llegan a mi lado.

¡Hoy soy feliz, sin depender de nada!
Sin importar si llueve o hay sol pleno.
si la salud es buena o está en baja,
ni las idas y vueltas del dinero.

¡Hoy soy feliz, sin depender de nadie!
ni de amores, ni amigos, ni maestros
¡estoy conmigo! y eso ya me alcanza
para llegar al centro de mi centro.

¡Hoy soy feliz! Solté las ataduras
de las creencias, los miedos, los apegos.
¡hoy puedo ver las cosas tal cual son
llenas de magia y de misterio.!

Allí en el mundo.todo muta y cambia,
cual sombras chinas sobre algún tapiz,
pero hoy ya nada puede descentrarme.
¡Hoy he elegido ser feliz.!

¡Si, ya escucho los rezongos, camaradas de senda!
“¡¿Qué dice este hombre?!…
¡¿Qué “elijo” ser feliz y ya está?!…
¡Claro!
¡A él no lo habrán echado del trabajo como a mí!
¡No le habrán diagnosticado artritis reumatoidea!
¡No se estará divorciando!
¡No le estarán por rematar la casa!

¡Pero justamente de eso se trata, compañeros de viaje!

¡De poder ser feliz AÚN atravesando
cualquiera de esos duros momentos…!

¡Ser feliz A PESAR de ellos.!

Encontrar dentro nuestro, ese núcleo de sereno equilibrio,
de calmada ecuanimidad,
que nos permita elevarnos por sobre las circunstancias
de la vida, cualquiera que ellas sean.

Dejar de ser hojas a merced del viento,
siempre temerosos de que se transforme
en un huracán devastador,
y siempre esperanzados en que se convierta
en una brisa suave de aire fresco, ese viento que
-según la dirección de la que provenga-,
aprieta “nuestros botones” a su antojo :
“¡entristecete!”, “¡alegrate!”, “¡deprimite!”,
“¡enfurecete!”, “¡reí!”,
“¡llorá!”, “¡sentí paz!”.

Cuando nos ubicamos “en el centro de nuestro centro”,
¡somos nosotros los que tomamos el mando!

Si a través de la meditación, la intención, y la respiración,
activamos el ADN en nuestras células,
-y con él nuestra Divinidad y nuestra Maestría-,
podemos llegar entonces a modificar el karma
y reescribir nuestra historia.

¡Y paradójicamente, al hacerlo,
también nuestras circunstancias de vida se transforman!
Las enfermedades se curan, las relaciones pasan a ser plenas
y armónicas, surge la abundancia,
y la paz florece en nuestro corazón.

Y además, fundamentalmente,
podemos cumplir a cabalidad nuestro rol de trabajadores de la luz.

Porque somos nosotros, camaradas de ruta, nosotros
-los trabajadores de la luz a lo largo y a lo ancho del planeta-,
los encargados de enraizar las energías superiores
que están llegando a la Tierra, y simultáneamente,
de irradiarlas a nuestro alrededor.

¡Somos nosotros las anclas que arraigan la luz,
y a la vez los faros que la proyectan!

¡Somos nosotros en quienes se referenciarán
nuestros demás hermanos del camino,
en esta época de grandes cambios que se avecinan!

¡¿Vas a renunciar a tu rol…
en medio de la tormenta…?!

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