martes, 27 de abril de 2010

Ritual Romántico. Espacio y Cuerpo sagrados


Los rituales amorosos frecuentes entre amantes tienen la virtud de desempolvar un poco los cuerpos, las mentes y los sentimientos para recuperar el brillo y el esplendor perdido, tanto en la relación en sí como en las personas en particular.

Para que sean lo más eficaces posibles tienen que cumplir con todos los requisitos del ritual y tratar de lograr la fascinación y la canalización de la mente y de todos los sentidos. Si además se quiere que sean mágicos, debe invocarse también la presencia de una energía superior y externa a los contrayentes.

El ritual amoroso tántrico insiste en que cada uno debe ver en su pareja una expresión de la divinidad. Al margen de las cualidades que tenga o no, debe de verse en la otra persona la divinidad que lleva dentro. Esto tiene el sentido de hacer el amor trascendente.

Así no se hace el amor con una persona cualquiera sino con la manifestación de la divinidad que todos llevamos dentro, con alguien realmente ideal.
Así, todas las debilidades humanas que podemos ver cotidianamente en la otra persona desaparecen, al menos durante ese acto sagrado y devocional que van a practicar.

Al reservar este espacio sagrado donde los amantes se ven a sí mismos como seres superiores y se desprenden mutuamente de su faceta más normal y vulgar, se crea un tipo de energía que ayudará mucho en la convivencia cotidiana. Naturalmente que todo depende de la regularidad y de su capacidad de mantener ese tipo de conciencia

El espacio y el cuerpo sagrados

Para lograrlo con más facilidad tenemos la fuerza del ritual evocando en la mente niveles superiores de conciencia y energía. Lo importante no está simplemente en la decoración de la habitación, en las velas, el perfume y las flores. Estas cosas ayudan a la fascinación de los sentidos pero lo más necesario es sentir que entramos en un espacio-tiempo sagrado y diferente.

Esta ceremonia que podemos realizar con nuestro amante no es algo para todos los días, es una celebración que debemos realizar una vez al mes o cada semana si tenemos tiempo, pero siempre con la conciencia de que se va a realizar algo mágico y extraordinario que canalizará una poderosa energía.

Cuando ambos amantes entran en la habitación donde se celebrará el rito, deben hacerlo con la sensación de entrar en un lugar donde no hay pasado ni futuro porque allí no pueden llevarse los recuerdos ni las expectativas, las preocupaciones o los deseos.

Deben desnudarse de todo esto y no solo de sus ropas antes de entrar en el círculo mágico. Hay que acercarse al cuerpo del amante como a un territorio sagrado. El cuerpo debe ser lavado, purificado y perfumado como reconocimiento de su belleza y su dimensión trascendente. Ambos cuerpos son la expresión de la divinidad y amándose mutuamente se regocija la Vida en ellos, se despierta la energía y todo comienza a vibrar.

La vida de pareja se erosiona cuando la arena del tiempo va llenando de dunas el Jardín del Amor. Los retos de la convivencia cotidiana nos producen estrés y las preocupaciones y desafíos nos llenan de tensión como personas y también afectan a nuestra vida de pareja.

Hacer el amor es algo realmente fácil y por eso se puede ir a la cama pensando en otra cosa, convertirlo en algo rutinario, en un mecánico desahogo que acabará por llevarnos a la frustración y la falta de interés. Dedicar, de vez en cuando, un tiempo para el ritual erótico tántrico es refrescar la relación con un perfume nuevo que nos acompañará durante varios días después, es potenciar la intimidad, la confianza, la imaginación, la fantasía y un gozo más pleno entre los amantes.

Es volver a ver a nuestra pareja llena de luz, con los ojos del primer amor mirando su cuerpo y su personalidad más allá de las formas materiales siempre imperfectas, es ver la belleza espiritual que lleva dentro y volver a sentirnos fascinados, volver también a fascinar a la persona que nos ama. Practicando esto con regularidad la pareja puede conservar la llama de su pasión durante mucho tiempo y hacer su relación no solamente más profunda y más madura sino también más gozosa y gratificante.

Es lo mejor que el tantra puede hacer por los amantes actuales, aunque naturalmente siempre está ahí como vía mágica, como una forma de buscar la trascendencia y su identidad verdadera, para quienes quieran ir más allá.

Namasté नमस्ते

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